martes, 14 de julio de 2015

Segunda y última etapa

Hay muchas cosas que no he contado, pero resumiendo mi experiencia en Bélgica fue buena.
Se puede decir que el volver a mi rutina no me costó mucho, porque la gente que de verdad debía de estar conmigo lo hizo.
Hace casi un mes mi belga llegó a mi casa, y las cosas no han ido tan bien como fueron cuando yo estuve allí.
Los problemas han ido creciendo... Mis padres llegaron al punto de no saber qué hacer. Han hablado con su madre, ella intenta justificarla con el hecho "es un lugar nuevo", "salís temprano de clases", "hace buen tiempo" y no sé cuántas cosas más. A lo mejor todo eso es cierto, pero se supone que tienes que tienes que adaptarte a las costumbres de la familia y del lugar, y no, no acostumbramos a salir todas las tardes habidas y por haber y menos aún si el día siguiente hay clases.
Allí yo tuve que acostumbrarme a cosas como comer una sola comida de cuchara al día, como digo yo, y parece una tontería, pero para mí la comida es las cosas más importantes en esta vida. También tuve que aguantar el estar encerrada prácticamente todos los fines de semana y no por eso me ponía a llorar.
Por otra parte, yo puse todo lo que pude para acercarme a la familia. Salíamos hiper tarde del instituto y aún así, le dedicaba un ratillo a cada miembro de la familia: ayudaba a la madre a preparar la cena, veía la tele con la hermana pequeña, le daba mimos al gato y cuando el padre llegaba de trabajar me interesaba por lo que había hecho todo el día. Hacía ella eso en mi familia? No. Se tiraba todo el día en la habitación? Sí, solo salía para ir a la calle y comer.
No es por echar en cara todo lo que hice, tal vez es porque a mí me hayan criado con otras costumbres, pero yo siempre ayudé a la familia en las cosas de casa para poder hablar con la familia, con cosas tan simples como poner la mesa y recogerla, hacía eso ella? Que va, mi casa parecía un hotel, en lugar de un hogar.
Las cosas fueron tan mal hasta el punto de apenas hablarnos. Llegó el día, el día que sin esperármelo me llamó la coordinadora bilingüe, nos hizo varias preguntas. En todo momento se notó que éramos súper distintas, y hasta le resultó difícil entender cómo pude estar en su casa tres meses. AHÍ ESTÁ LA CLAVE. Yo di todo de mí por aguantar los tres meses y adaptarme, ella  no, ella pretendía que el medio se adaptase a ella. La coordinadora pretendía que la carga de decidir si se quedaba o no la llevara yo sola, cuál fue mi respuesta? "No puedo retener a nadie en contra de su voluntad, si ella no se siente bien que se vaya". Y así fue, ella quiso irse y por la tarde su nueva familia fue a mi casa a recoger todas sus cosas.
Lo gracioso de todo esto es que pretendían que me siguiese haciendo cargo de ella, me explico, ayudarle con todas y cada unas de la materias, explicarle lo que había que hacer etc. Y no, no lo hice y lo dejé bien claro, desde el momento en el que salió por la puerta de mi casa dejó de ser mi responsabilidad y la de mis padres. Mucha gente dijo que yo era la mala, pero nunca me importó. En todo momento traté de ser justa y sincera, y yo no voy a darle todas las comodidades del mundo a quien me complica por completo la vida. Habré sido la mala, sí, la mala de su versión, pero que hay de la mía? Esa gente que me criticaba vivió en mi casa todo lo que yo viví? Faltó mucha comunicación, que no puede respaldarse con "no habláis el mismo idioma", cuando quieres hacerte escuchar te vales de mil monerías para conseguirlo.
Con esto se terminó todo, no nos hemos vuelto a hablar.
31.01.14

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